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En 1989, cuatro años después de que emigramos a los Estados Unidos, me presentaron el programa de preescolar llamado Head Start.  Aún recuerdo esos primeros días cuando caminaba a mis niños a su escuela cada mañana.  A pesar de los retos de la vida diaria, podía mirar la emoción que con anticipación les invadía antes de llegar a la escuela.  A ellos les encantaba ver a sus maestras  cariñosas y respetuosas, y para ser sincera, a mi también me encantaba verlas. Yo me sentí inspirada por esas maestras dedicadas, y quienes dan todo por ayudar a los niños a aprender a pesar de todas las posibilidades acumuladas en contra de ellas.

Un día, las maestras me  invitaron a quedarme por unos minutos a ayudar a los niños con sus gafetes y a leerles un cuento.  Estaba tan nerviosa que me puse roja y mis manos sudaban.  Después de ese día las maestras me pidieron que hiciera un poco más.  Eventualmente, me pidieron que me hiciera parte del Comité de Pólizas y a que me envolviera más en como corría el programa.  Todo esto era un gran reto para mí.  Viniendo de una cultura donde la mujer debe ser sumisa,  fueron años de no tener voz propia.  Era la manera que decía mi esposo y ninguna más.  De repente, me encontré a mí misma, y descubrí el poder que tenía como mujer, y como madre.

Después de que mi cuarto hijo empezara en Head Start, las mismas maestras que me inspiraron a ser voluntaria en el salón de clase, apoyaron mi participación en un programa de nueve meses para obtener los requisitos necesarios para llegar a ser maestra asistente.  Cuando me gradué de ese programa, estaba tan orgullosa!  Finalmente, ya podía comenzar a trabajar en el salón e inspirar y dar fuerzas a los niños, y a sus padres, justo como lo hicieron las maestras de mis hijos conmigo.  Muchas cosas cambiaron desde que esa  mujer tímida que  era yo entró por primera vez  en el salón.  Para este entonces, ya había Ganado el coraje de escapar de un matrimonio gobernado por violencia doméstica.  No había salido todavía de la oscuridad completamente, pero podía ver la fuerza que había adquirido.  Las palmas de mis manos ya no sudaban cuando entraba al salón de clase.

Mi vida cambio completamente cuando empecé a trabajar.  Yo era una maestra, una profesional ante los ojos del mundo, pero mi salario era menos de $8 por hora.  Esto no era suficiente para sostener a mis cuatro hijos.  No completaba para mandarlos a un programa de alta calidad después de escuela, lo más que podía pagar era una niñera que los cuidara.  Era muy triste para mí; estaba trabajando muy duro y veía los beneficios de la educación justo enfrente de mis ojos, pero no podía proveerla para mis propios hijos.

Otro reto era el poder participar en su educación, siempre tenía que rogarles a las maestras el hacerme las citas para conferencia de padres en horas que fueran después de mi turno de trabajo.  Tampoco podía participar en la mayoría de eventos o paseos por estar trabajando.  Me sentía culpable como madre porque yo sabía la importancia que tenía el que me envolviera en todo lo relacionado a la educación de mis hijos.

Con los años aprendí que no nada más era yo la que tenía esta situación; la mayoría de mis maestras compañeras pasaban por la misma situación.  La mayoría de nosotros batallamos en atender a los eventos de las escuelas de nuestros niños y en pagar un programa después de escuela.  A decir verdad, muchos de nosotros teníamos problemas en proveer las necesidades básicas.  Que ironía, Head Start se creó para apoyar las familias de bajos ingresos.  Aun mas, con un salario y beneficios inestables, que pueden cambiar al capricho de los líderes del congreso, los trabajadores de head Start son frecuentemente forzados a batallar tanto como las familias que ellos sirven.

Como maestro educadora, me siento orgullosa de haber dado todo de mi parte por proveer a mis estudiantes una educación de alta calidad; pero como madre, tuve que pagar un precio muy caro por no haber podido envolverme en la educación de mis propios hijos como debería.

Nunca me he arrepentido de haber escogido esta Carrera, tengo veinte años trabajando en el programa de Head Start.  Cuando cumplí los quince años, empecé a mirar como empezaron a recortar significantemente los beneficios para nuestros niños y sus familias, así como también los beneficios para nosotros los trabajadores de Head Start.  Entonces me pregunte a donde iba a parar todo esto, quienes eran las personas que se creían con el derecho de cortar los sueños y aspiraciones de nuestros niños y sus padres; porque nos estaban haciendo trabajar doble y sin ninguna compensación extra.  Fue cuando tome la decisión de participar en mi Unión, Early Childhood Federation Local 1475.  Estaba determinada a encontrar una respuesta y a luchar por el cambio.  Desde entonces perdí el miedo a enfrentarme a los empleadores.  En el verano del 2015, tres años después de envolverme en la Unión, fui electa Presidenta de mi Local.

No fue fácil dejar mi salón de clase y la Carrera que tanto he amado, pero al ver la urgente necesidad de una reforma en el Sistema de la educación temprana en este país, me impulsa a seguir adelante y no desfallecer en el intento.  Quizás lleve mucho tiempo esta lucha, pero no descansare hasta ver que las familias y los trabajadores de Head Start son respetados y que tienen asegurado un futuro prometedor.


Las opiniones expresadas en estos blogs no son necesariamente representativas de las posturas en las políticas de MamásConPoder ni en campañas activas.