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Sentada en la clínica de mi comadrona, no sabía con seguridad lo que era una insuficiencia cervical, pero sabía que no era algo bueno. Esto fue en diciembre del 2012, tenía 20 semanas de embarazo de mi primera hija y la noticia me tomó totalmente desprevenida.

Irónicamente, había planificado como sería cada aspecto de mi embarazo y posparto. Cuando me enteré de que estaba embarazada, dejé de comer comida procesada y comida chatarra. Quería que mi hija estuviera rodeada de la mejor salud posible. Había planificado (y vuelto a planificar) meticulosamente mi plan para el parto. Oh, era un plan excelente. Había tomado en cuenta cada detalle, había escogido cada canción de la lista de canciones que le daría la bienvenida a mi hija a este mundo. Dónde estaría mi esposo en la habitación había sido discutido varias veces con mi equipo obstétrico –¡debía estar cerca de mi cabeza antes de que la bebé coronara y asumir la “posición de receptor” tan pronto como coronara!

Comencé a planificar y monitorear obsesivamente justo después de que le dije a mi empleador que estaba embarazada. Pasada la emoción, mi jefe me dijo de una forma muy discreta que debía comenzar a “ahorrar” mis días de enfermedad. Fue entonces que le pregunté… ¿no se supone que FMLA me da 12 semanas de permiso pagado? Se rio, pero guardó silencio tan pronto se dio cuenta de que yo no me estaba riendo. Me explicó que FMLA me permite tomar 12 semanas de permiso protegido. Si esperaba (es decir, si necesitaba) tener ingresos regulares durante el permiso, sería mejor que comenzara a ahorrar todo mi tiempo por enfermedad ahora. Fue una experiencia educativa para mí porque había asumido que FMLA me permitía tomar 12 semanas de permiso pagado. Encontré consuelo con otras nuevas mamás que me dijeron que también se habían enterado cuando estaban embarazadas de que FMLA no provee tiempo libre pagado. Me encogí de hombros y lo acepté como otra de esas (aparentemente ocultas) verdades que aprendería al ser mamá.

Durante los próximos meses, hice todo lo posible para ahorrar el tiempo libre pagado que iba acumulando. ¿Salir de Luna de Miel antes de que naciera el bebé? Imposible. Si me enfermaba, lo que pasó con frecuencia durante mi embarazo, me arrastraba al trabajo –no podía darme el lujo de “desperdiciar” mi tiempo por enfermedad cuando dependía de él para mantener un flujo de dinero después del parto.  

Unos cuantos meses después, totalmente abrumada, estaba sentada en la oficina de mi comadrona mientras me explicaba que mi cérvix era tan pequeña que casi no se podía medir. Esta era una señal de que podía tener un parto prematuro en cualquier momento. Un parto prematuro en esta etapa, 20 semanas, con seguridad significaría que mi hija no iba a sobrevivir. Mi equipo obstétrico creó un detallado plan de cuidado para mí, me recetaron hormonas y debía regresar para ultrasonidos y pruebas de estrés semanales (de hecho, varias veces por semana). También me pusieron en reposo… por el resto del embarazo. Salí de la clínica (esencialmente) de luto por la vida de mi hija por nacer –en ese momento estaba convencida de que nunca llegaría a conocerla.  

Mi nuevo plan de cuidado significaba que iba a tener un promedio de dos citas por semana durante el resto del embarazo, lo que requeriría que usara el tiempo por enfermedad que tenía meses acumulando diligentemente. Además, ya no podía acumular más tiempo por enfermedad. Ahora no solo estaba de luto por mi bebé por nacer, también me entristecía perder el tiempo para crear lazos afectivos con ella –si es que llegaba a conocerla.

Después de más de 20 semanas de reposo, puedo decir felizmente que eventualmente conocí a mi hija. Me sentí muy agradecida por el tiempo que pude pasar con ella, pero fue desmoralizante separarme de ella tan temprano porque tuve que regresar a trabajar cuando solo tenía 10 semanas de nacida. Aunque FMLA me daba 12 semanas de protección laboral, entre el reposo y las citas médicas adicionales, había usado todo el tiempo por enfermedad que tenía disponible antes de dar a luz. Realmente no podía darme el lujo de tomar las 12 semanas de tiempo protegido que me daba FMLA.

Fue entonces que prometí abogar por mejores políticas de permisos familiares (pagados). Me di cuenta de que a pesar de todo lo que había planificado; hay muchas cosas que son inciertas al darle la bienvenida a un nuevo hijo a tu vida (ya sea biológico o por adopción). La Ley de Permisos Familiares y Médicos Pagados del estado de Washington garantizará que todos los padres, sin importar su salud, salario, raza o etnia, tengan acceso equitativo y capacidad de tomar 12 semanas de permiso pagado para crear vínculos afectivos con un nuevo hijo.


Las opiniones expresadas en estos blogs no son necesariamente representativas de las posturas en las políticas de MamásConPoder ni en campañas activas.